viernes, 19 de agosto de 2022

De azacaya a molino de aceite. A vueltas con el ribat y la qubba del convento de Santo Domingo de Jerez

El pasado 15 de junio, el Diario de Jerez publicaba una tribuna libre firmada por un servidor, titulada "Pero... ¿hubo un ribāṭ en Santo Domingo en Jerez?". En ella, planteaba iniciar un debate a partir de mis dudas sobre la teoría de la erección de la iglesia y convento de Santo Domingo en el solar de unos supuestos ribat y qubba musulmanes, expuesta por el profesor Fernando López Vargas-Machuca en su trabajo “Un ejemplo de reutilización y asimilación de arquitectura almohade: la iglesia del convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera”.

La réplica a mi artículo llegaba un día después en el blog del propio López Vargas-Machuca, con la entrada Volviendo a la qubba de Santo Domingo (I), que tuvo una segunda parte con Volviendo a la qubba de Santo Domingo (II), y un resumen de ambas en el Diario de Jerez con el artículo La qubba de Santo Domingo en Jerez: un debate que hace aguas.

Lejos de admitir la controversia, Vargas-Machuca se reafirmaba en sus tesis (fundamentadas en varios textos de la Historia de Xerez del fraile jerónimo Esteban Rallón (siglo XVII) y en el conocido grabado de Jerez que, en la centuria anterior, realizó el flamenco Anton van den Wyngaerde), dándolas por válidas e irrefutables, y rechazando de plano cualquier revisión de las mismas u otras hipótesis en sentido contrario. Sin embargo, la falta de argumentos y evidencias que prueben de un modo contundente la existencia de esos supuestos ribat y qubba, sigue provocando nuevos interrogantes. 

En primer término, porque como ya señalé en su momento, las características del lugar no son las propias de un ribat, aunque podrían serlo para cualquiera de los tipos de qubba funeraria: la qubba-madfan y la qubba-rābita, sobre todo si hubiera noticia de un cementerio musulmán en sus proximidades (la única referencia al respecto es el hallazgo por la arqueóloga María Luisa Lavado en el año 2004 de una extensa necrópolis cristiana de los siglos XIV-XV, en el entorno de la calle Bizcocheros, junto al claustro de procesiones del convento de Santo Domingo, y en el que tenemos constancia de que también se enterraban judíos conversos. No se han localizado, al menos de momento, restos de enterramientos islámicos en esa zona).

En segundo lugar, porque si esos edificios hubieran existido, aparecerían citados, por su singularidad, en alguna fuente árabe o castellana de la época; sin embargo, tal cosa no sucede. Es por ello por lo que debemos preguntarnos: ¿por qué no se mencionan siquiera como linderos en la carta de 13 de noviembre de 1267, en la que el rey sabio concede tierras a los dominicos para la erección de su monasterio?

El documento, magníficamente estudiado por el profesor Javier Jiménez López de Eguileta en "Alfonso X y el Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera. Análisis de su primer documento y el caso del falso diplomático", reza así: 

Sepan quantos esta carta uieren e oyeren, cuemo nos don Alfonso, por la gracia de Dios, rey de Castiella, de Toledo, de León, de Ga-/llizia, de Seuilla, de Córdoua, de Murcia, de Jahén e del Algarue, a seruicio de Dios e de la Uirgen Sancta María, su madre, e por grand /3 sabor que auemos de fazer onrra al bienauenturado Sancto Domingo, que fizo la Orden de los frayres predicadores e que fue nuestro natural de Castiella, / damos e otorgamos a los frayres predicadores de su orden, pora fazer su monasterio en Xerez, el campo e la huerta con sus annoras / que es entre la puerta de Seuilla e la puerta de Solúcar. E este logar ha por linderos, de las dos partes, las carreras que uan de las puertas /6 sobredichas a Seuilla e, de la otra parte, la carrera que ua a par del muro de la villa e, de la otra parte, el oliuar. E este logar sobredicho les / damos e les otorgamos con sus entradas e con sus salidas e con todas sus pertenencias quantas ha e deue auer que lo ayan todo libre e quito. /E mandamos e deffendemos que ninguno non sea osado de ir contra esta carta pora crebantarla nin pora minguarla en ninguna cosa, nin de en- /9 trarles en todo su monasterio por fuerça. Ca qualquier que lo fiziesse auríe nuestra ira e pecharnos ye en coto diez mille marauedís. E por que esto sea / firme e estable, mandamos seellar esta carta con nuestro seello de plomo. Fecha la carta en Xerez, por nuestro mandado, domingo, treze días /andados del mes de nouiembre, en era de mille e trezientos e çinco annos. Iohan Pérez de Cibdat la fizo por mandado de Millán Pérez / 12 de Aellón, en el anno sezeno que el rey don Alfonso regnó.

Como podemos apreciar, nada aparece, sorprendentemente, sobre edificaciones preexistentes, más allá de las puertas de la muralla y las norias de las huertas, en todo el terreno otorgado a los frailes para levantar su monasterio, que ya se habría iniciado por aquellos días, pues en la partida 80 del Libro del Repartimiento, leemos que se les da la teia e la piedra e la madera a los frayres predicadores, de dos casas de un solarejo que finca para çementerio de Sant Saluador, suponemos que para ello

Arco de herradura apuntado
Claustro de Santo Domingo, Jerez

Entonces, ¿por qué el padre Esteban Rallón habla en su Historia de Xerez de esos edificios, llegando a afirmar, por ejemplo, pero sin base alguna, que el convento de Santo Domingo lo fundó el rey enfrente de la puerta de Sevilla, dándole para su defensa un castillo y fortaleza pequeña, cuyas reliquias duran oy? Seguramente llevado, como él mismo afirma, por las tradiciones de carácter oral sobre el asunto, que influirían en su percepción del lugar. Recordemos en este punto que el propio Rallón da también por verosímil la leyenda de que la primera misa en el convento la celebró San Pedro González Telmo en esa mezquitilla, justo después de tomada la ciudad; sin embargo, este santo dominico, confesor de Fernando III, había fallecido en 1246, quince años antes de la primera entrada en Jerez de las tropas de Alfonso X y veintiuno de la definitiva conquista en 1267. Dice Rallón:

Cosa recibida es, comúnmente, en esta ciudad que, en el mismo sitio donde hoy está fundado el convento, hubo una mezquitilla u oratorio de los moros, con una huerta y algunas casas para sus alfaquíes. Y es lo cierto que fue uno de los reductos que tenían los moros fuera de las puertas de la ciudad para alojamiento de los alfaquíes que las guardaban, y pudo ser lo uno y lo otro. Asimismo, es tradición que en ella se dijo la primera misa cuando se ganó la ciudad, y que la dijo don Pedro González Telmo de la orden de Santo Domingo; Espínola dice que hoy se conserva en el convento el cáliz de cobre con que se dijo, y también se conserva el ara, que es una piedra grande a modo de loza de sepultura, y está en las casas de novicios, en el oratorio, y en ella se celebra. Y es muy verosímil que, habiéndose rendido la ciudad a partido la primera vez, quedándose los moros en ella como vasallos del rey, a quien entregaron la fortaleza del alcázar, purificarían aquella mezquitilla y celebrarían en ella la primera misa, en el tiempo en que se trataba de los conciertos, y antes que dentro del alcázar se hubiese erigido la que estaba en ella en capilla de nuestra señora como hoy se conserva. (Esteban Rallón, Historia de Xerez, volumen IV p. 143 de la ed. de Emilio Martín Gutiérrez).

A pesar de todo, Rallón se muestra rotundo y, partiendo de estas fábulas, da también por cierto que los religiosos predicadores, después de haber tomado la posesión de aquel sitio en virtud del privilegio -que pusimos en su propio lugar- [se refiere a la carta de concesión de Alfonso X], comenzaron un edificio corto e hicieron su iglesia, que hoy se conserva, valiéndose de la mezquita que está en forma de fortaleza con sus almenas para capilla mayor, corriendo una iglesia pequeña que hoy es bodega y hace cara a la plaza que llamamos el llano de San Sebastián [actual plaza Aladro, diferente de la plaza de Santo Domingo que menciona el propio Rallón en el vol. II, p. 151, de su Historia de Jerez, ed. Emilio Martín Gutiérrez]; el convento fue lo que hoy sirve de claustro de legos, molino, oficinas y tahonas. Para este edificio les dio el rey el material de dos casas que se derribaron para hacer el cementerio de la iglesia de San Salvador, como consta del libro del repartimiento. (Esteban Rallón, Historia de Xerez, volumen IV, p. 144 de la ed. de Emilio Martín Gutiérrez).

Ubicación exacta de los Llanos de San Sebastián en el siglo XVIII
Detalle plano de Jerez. Centro Cartográfico del Ejército

Azulejo con la antigua nomenclatura
"Llanos de San Sebastián"
Fachada casa nº 10 Plaza Aladro, Jerez 

No contento con ello, se atreve a identificar, varias páginas después, a esa supuesta mezquitilla con la capilla de San Pedro Mártir, un edificio probablemente mudéjar propiedad en su tiempo de los Cabeza de Vaca, y situado en la actual nave del Rosario, antes llamada de Consolación y de San Pedro Mártir, cuyo estilo decorativo debió de confundir a nuestro querido fraile:

Después de muchos años, el de 1535, Jácome Adorno, caballero genovés, edificó una capilla para Nuestra Señora de Consolación casi en el comedio de la iglesia, con su reja de hierro y la dotó. Está a la parte de la epístola y enfrente de ella, en la del evangelio, se abrió un grande arco del cual comienza otro pedazo de iglesia hasta la que fue capilla mayor y mezquita de moros, que hoy se llama capilla de San Pedro y hoy es de los Cabezas de Vaca, sucesores de Vasco Pérez Meira, de modo que hace otra segunda iglesia, y tiene por capilla mayor la de Nuestra Señora de Consolación […] (Esteban Rallón, Historia de Xerez, volumen IV p. 147, de la ed. de Emilio Martín Gutiérrez).

Según López Vargas-Machuca y otros autores que siguen sus teorías, esta nave, hoy conocida como del Rosario, fue levantada en el primer tercio del siglo XV para unir la nueva iglesia del convento con la antigua, que se había erigido, afirman estos investigadores, adosándose a esa mezquitilla de Rallón que se usó como capilla mayor de la misma. Sin embargo, fray Juan López, Obispo de Monópoli, en su Libro Tercero de la Historia General de Sancto Domingo, y de su orden de Predicadores (1613), p. 289, nos dice que fue por ganar espacio al templo, debido a la enorme devoción a la virgen de Consolación que había en Jerez y alrededores, como se señala en la siguiente petición presentada por el Concejo de la ciudad de Jerez al Papa Benedicto XII en 1336, y en la que no se habla de ninguna iglesia antigua o primitiva, pero sí de una obra para ennoblecer la existente, que estaría en el mismo lugar que en la actualidad, y la del nuevo claustro, interrumpidas ambas por la falta de fondos:

Los alcaldes, é alguazil, regidores é jurados de la noble ciudad de Xerez de la Frontera, con humilde reuerencia vesamos vuestras manos, é se recomiendan en vuestra santidad, a la qual notificamos en como en esta ciudad ay vn monasterio de los frayles Predicadores, al qual todo el pueblo de ellos a muy singular afición, principalmente por los grandes é manifiestos milagros que nuestro Señor Dios cada día en el dicho monasterio obra, mediante nuestra Señora la Virgen María, cuya imagen está en el dicho conuento, llamada Santa María de Consolación, en la qual la gente de toda esta ciudad, é diuersas otras partes tienen muy gran deuoción. E por la dicha causa concurre mucha gente continuadamente de diuersos lugares, é por la consolación espiritual que el pueblo ha en el dicho monasterio, los religiosos començaron a ennoblecer la dicha Iglesia, ampliar é fazer vna claustra, según la ay en otros conuentos de la dicha Orden. E por quanto (muy Santo padre) el dicho monasterio es muy pobre, e la dicha obra de la dicha Iglesia, e claustra començada non se podrá continuar ni acabar si non con las limosnas de los fieles cristianos, por ende suplicamos muy deuotamente a vuestra santidad que le plega del tesoro de la Iglesia militante fazer limosna al dicho monasterio, dando largamente sus indulgencias para todos los fieles que fizieren alguna ayuda, para labrar, e acabar la dicha claustra, a veynte y dos de Nouiembre año de mil e trezientos e treynta e seys años.

Esta información la completa el dominico fray Agustín Barbas (quien en su manuscrito corrige al Obispo de Monópoli cambiando la fecha del texto anterior de 1336 a 1436, y al Papa Benedicto XII por Eugenio IV), en su Historia recopilación de privilegios del Real Convento de Santo Domingo de Xerez de la Frontera (1776). En el siguiente fragmento, nos habla de la historia de la nave del Rosario desde su erección en el siglo XV, hasta principios del XVIII: 

[p. 31] Esta referida nave tiene su principio desde el arco que da vista a la capilla de Consolación y termina en la puerta que mira al llano de Santo Domingo [actual Alameda Cristina]. Tuvo su ser en que existe oy de dos diferentes fábricas o partes de que se compone: la primera fue por los años de 1436; en estos años, abrióse el arco dicho para dar más desahogo a la devoción pía de los fieles, pues no sólo los desta noble ciudad, sí también los desta comarca, se presentaban en peregrinación en esta iglesia para visitar y cumplir sus votos a la Santa imagen de Consolación. Este arco, que para dar más lugar a la devoción en desahogo de su piedad religiossa fue abierto, costeóse, como también la parte desta nave referida, hasta la Capilla del Rosario que en el día es, y en aquel tiempo lugar o sitio del altar de San Pedro Mártir, con las limosnas de los fieles deste pueblo, con la mira de lucrar las gracias e indulgencias que, para este mismo efecto como queda dicho, el noble Ayuntamiento desta devota ciudad supplicó y obtuvo de la santídad de Eugenio IV. Hasta el sitio dicho corrió esta nave en su formación primera, y en la que tuvo su entrada y puerta por aquella parte, que en el día es capilla de San Pío V. Consta assí, ya por el dicho de los que en el día viven, y también por los vestigios que en la espalda de la pared y que [p. 32] da su frente al llano se registran, siendo ellos notas ciertas de remate de portada. En esta situación y forma permaneció esta nave desde los años de 1439 hasta los de 1525, que componen 89 años de cómputo. En este tiempo y año de 25 celebróse la contrata referida entre la Hermandad del Santísimo Rossario y este Real Convento, y quando le fue consignado el sitio que en el día tiene la Capilla del Rosario sin haver tenido alguna otra alteración por aquellos tiempos esta su primera parte. Llegóse el fin del pasado siglo de 1600 en que, siendo prior del Convento el Muy Reverendo Padre Maestro Fray Sebastián de Gatica, intentóse la fábrica de la segunda parte desta nave y correrla hasta la puerta que oy tiene. En efecto, el Padre Fray Álvaro Niño, hijo desta casa, y entonces su sacristán, tomó a su cargo esta obra y, al desvelo de su piadossa solicitud y religioso zelo, con limosnas que de los fieles diligenció, planteóla, siguióla y perfeccionóla hasta su remate, que fue a fin de abril del año 1712, habiendo gastado más de once mil ducados en esta obra.

Como leemos en todos estos textos, nada demuestra que la capilla de San Pedro Mártir fuera una mezquita o pequeña fortaleza de moros, sino más bien una edificación mudéjar cuya localización tampoco es clara, aunque parece que los Pérez de Meyra debieron de levantarla y consagrarla en la primera mitad del siglo XV, cuando se construyó la nave de Consolación. 

De todas formas, Hipólito Sancho de Sopranis, en su Historia del convento de Santo Domingo, afirma que esa capilla de San Pedro Mártir ya existía a finales del siglo XIV, y la localiza en la nave del evangelio de la iglesia principal, ocupando el solar, o parte de él, de la posterior capilla de los Cuenca, obra del siglo XVI, anexa a la del Rosario, también de esos años, y cuyo espacio, como hemos leído en Agustín Barbas, también lo ocupaba la antigua de San Pedro Mártir. Un embrollo del que tampoco sale Hipólito Sancho en publicaciones posteriores, pero del que aporta algo de luz Manolo Romero Bejarano en sus líneas sobre la capilla del Rosario, y en otro trabajo suyo sobre la capilla de los Cuenca escrito junto a José Domínguez Cubero.

Si aceptamos que la susodicha capilla se encontraba frente por frente de la de Consolación, al fondo de la nave del Rosario y, como suponen algunos historiadores, fue demolida a principios del XVIII en la obra de ampliación de la que nos habla Agustín Barbas en su texto (donde es significativo que no se diga nada de su derrumbamiento), lo más probable es que fuera un oratorio de estilo mudéjar levantado allí en el siglo XV, y no una qubba o una mezquitilla de moros, pues de esta última no hay datos concluyentes acerca de su existencia. Es más, si la identificamos con el dibujo de Wyngaerde, como hace Vargas-Machuca en su artículo de 1996, se aprecia su semejanza al exterior con otras capillas mudéjares de  otros templos jerezanos, por ejemplo, la de la Jura en San Juan de los Caballeros, o la de los Villacreces en San Mateo. 

Exterior de la capilla de la Jura
Iglesia de San Juan de los Caballeros, Jerez

Aspecto exterior de la capilla de los Villacreces
Iglesia de San Mateo, Jerez


Exterior de la supuesta capilla de San Pedro Mártir
Iglesia de Santo Domingo, Jerez

No sería extraño, pues, que Rallón confundiera la ornamentación de esa capilla con un edificio anterior de época andalusí (valga como ejemplo la de San Bartolomé en Córdoba y la de otras edificaciones mudéjares de la geografía española, fácilmente confundibles con construcciones islámicas).

Capilla mudéjar de San Bartolomé
Córdoba

Con todo, surgen dos preguntas: 

1. ¿A qué pertenecen, pues, los restos que aparecieron en los años 90 en las galerías del claustro de procesiones del convento de Santo Domingo? ¿Con qué se corresponden esos muros de  tapial, esas almenas y ese monumental arco de herradura apuntado?

Hemos visto más arriba que no existen referencias escritas a esos reductos militares que menciona Rallón, aunque este autor afirme (es el único que lo hace junto con el profesor López Vargas-Machuca cuatrocientos años después) que fueron concedidos por Alfonso X para la defensa de los frailes dominicos y como base de partida para su primer convento, hecho que inventan o suponen, pues no aparece recogido por ningún lado. Por eso, sería asimismo posible que esos muros, merlones y portada fueran edificados por los mismos dominicos y formaran parte de las primeras paredes del claustro que había comenzado a construirse antes de 1436, como se señala en la petición de la ciudad de Jerez al Papa Eugenio IV. Podríamos establecer aquí un paralelo con el convento franciscano de La Rábida en Huelva, por ejemplo, donde se aprecia un acceso a la iglesia con arco de herradura mudéjar muy similar. Además, no existen paralelos en todo al-Andalus de reductos defensivos de esas características junto a las puertas de las ciudades o puentes, que ya contaban con sus propios castillos y defensas. Tal vez porque no existieron tampoco en Jerez, es por lo que no se mencionan, como ya se ha señalado, en la carta de concesión de Alfonso X a los dominicos de noviembre de 1267 ni en otros textos.

Arco de herradura mudéjar
Iglesia del convento de La Rábida, Huelva

2. Volvemos a preguntarnos qué es, entonces, el edificio que reproduce el flamenco Anton van den Wyngaerde adosado, supuestamente (la perspectiva del dibujo no lo deja claro) a los pies de la nave del Rosario del siglo XVI. Su forma de capilla tipo qubba nos hace sospechar que podría corresponderse con un oratorio mudéjar, quizás, y como hemos apuntado, el de los Cabeza de Vaca o de San Pedro Mártir; o bien, como ya dijimos en su día, una qubba que identificamos con las qibāb-siqāyāt (azacayas) o las qibāb-pozo, más conocidas en el ámbito castellano como “alcobas del agua”, que se utilizaban para dotar de agua a edificios de cierta entidad y, también, al habitante de las ciudades desde la Edad Media. Sabemos que, en el siglo XVI, existía una de estas alcobas o alcubillas en el entorno de la plaza o llano de Santo Domingo, y no es la única que vemos en el grabado del ilustre dibujante de Amberes (también aquí resulta imprescindible la consulta del libro El pueblo pereçe de sedde Manolo Romero Bejarano, sobre el abastecimiento de agua en la Jerez del Renacimiento). 

Alcobas de agua en Jerez 
Siglos XVI-XVII 

Sin embargo, en una conferencia del ciclo dedicado en noviembre del año pasado a Alfonso X, alguien del público preguntó al conferenciante de aquel día, José María Guerrero Vega, si ese edificio no podría identificarse, por su morfología, con un molino de aceite. En efecto, las fuentes hablan de una almazara propiedad de los dominicos, cuya detallada descripción aparece en el libro de Manuel Romero Bejarano y Javier Jiménez López de Eguileta sobre los claustros de Santo Domingo. También de ese molino habla Rosalía González en un fabuloso artículo sobre esas construcciones en el Jerez del siglo XVIII (Revista de Historia de Jerez, 7, 2001, pp. 137-152), y el tantas veces citado Esteban Rallón, dice lo siguiente acerca del mismo:

Junto con la huerta, dentro del mismo convento, en lo antiguo y primitivo de esa casa está la de novicios, muy capaz, tiene celda alta y baja para el maestro, cuarenta altas y bajas para coristas, y para novicios un cuarto separado con sus divisiones para camas que caben doce novicios; en lo que fue claustro antiguo, que llaman hoy el claustrillo, tiene cinco celdas y una enfermería alta que tiene nueve celdas, el cuarto de los legos tiene ocho celdas; hay graneros, molino de aceite con sus almacenes y tinajas, horno y tahona, y un patio grande: que todo está en lo que antiguamente fue convento. (Esteban Rallón, Historia de Xerez, volumen IV, p. 154 de la ed. de Emilio Martín Gutiérrez).

Posible molino de aceite del convento de Santo Domingo
 en las vistas de la ciudad de Anton van de Wyngaerde

En los diferentes planos del convento de Santo Domingo que he consultado, gracias siempre a la amabilidad y disposición del amigo y compañero Cristóbal Orellana, Director del Archivo Municipal de Jerez, no aparece el citado molino, aunque sí el resto de edificios citados por las diferentes fuentes, entre ellas la obra de Rallón. Es verdad que esos planos no van más allá del siglo XIX; sin embargo, cabe la posibilidad de que ese molino de aceite estuviera en el solar ocupado por el edificio del convento actual de los frailes, construido hace poco más de cien años, y se correspondiera, como cuestionaba aquella persona del público, con el dibujo de Anton van den Wyngaerde. Desde luego, Rallón parece localizarlo en esa zona del convento que daba cara a los Llanos de San Sebastián (actual plaza de Aladro) y, además, su semejanza con el del Alcázar de Jerez (con su torre de contrapeso y su nave de la viga, visitables hoy en día) es evidente, tanto o más que las dudas que siguen generando las tesis sobre el ribat y qubba de Santo Domingo de Fernando López Vargas-Machuca.

Molino de aceite del Alcázar de Jerez



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