Este artículo de Miguel Ángel Borrego Soto, José María Gutiérrez López y Miguel Ángel López Barba, filólogo, arqueólogo y arquitecto respectivamente, miembros del Centro de Estudios Históricos Jerezanos, aborda de un modo interdisciplinar la localización y características de la mezquita aljama de Šarīš (Jerez de la Frontera), analizando las hipótesis sobre su posible emplazamiento primitivo en San Dionisio y argumentando, con fuentes arqueológicas, arquitectónicas y documentales, su localización secular en la actual plaza de la Encarnación, donde hoy se encuentra la Casa del Abad. Los restos conservados —aljibe, base del alminar, arcos del patio de abluciones y elementos constructivos reutilizados— evidencian un edificio de grandes dimensiones, reformado y ampliado entre los siglos X y XIII. La identificación de diversos jatibes vinculados a la ciudad confirma además la relevancia institucional, cultural y jurídica de la aljama como centro espiritual y de saber. En consecuencia, la Casa del Abad puede considerarse el emplazamiento histórico de la mezquita mayor de Jerez, cuya memoria se proyecta en la posterior iglesia mayor y catedral de San Salvador.
1. Introducción
La
ubicación de la mezquita mayor de Šarīš (Jerez de la Frontera) en época
almohade, consagrada por Alfonso X como iglesia mayor bajo la advocación de San
Salvador tras la conquista cristiana de 1267, está bien identificada desde
antiguo en la actual plaza de la Encarnación, junto a la catedral (Repetto,
1978 y 1987; De los Ríos, 1993). Sin embargo, no existe consenso sobre si con
anterioridad hubo otra mezquita aljama, atribuible al periodo califal, que
habría ocupado el solar del actual templo de San Dionisio.
De
acuerdo con la propuesta de Laureano Aguilar (1999: 206-207; y
2000), recogida
también en la Carta Arqueológica Municipal (
González et al., 2008: 98-99;
aunque apenas una referencia en González
et al., 2011: 50), el sistema
amurallado de Jerez refleja una primera etapa constructiva que cerraba el
frente norte y oriental de la ciudad, y otra que amplió la muralla hacia el
sur. En este esquema, las collaciones de San Dionisio y San Marcos habrían
estado defendidas por un lienzo de tapial hidráulico fechable entre finales del
califato y la dinastía almorávide, recrecido después en época almohade,
mientras que los tramos meridionales próximos a San Salvador y San Mateo serían
de nueva planta y atribuibles también a este último periodo. En paralelo con
Sevilla, donde la primera aljama del IX —la mezquita de Ibn ῾Adabbās— fue
sustituida en el siglo XII por una nueva en el solar de la actual catedral,
quedando aquella convertida más tarde en la colegiata del Divino Salvador
(Torres Balbás, 1949; Jiménez Martín, 1992; Valencia, 2000), Aguilar plantea
que el solar de la vieja iglesia de San Salvador de Jerez no fue el que ocupó
la primera aljama de nuestra ciudad. Según su hipótesis, ésta se habría situado
en San Dionisio, dentro del recinto primitivo que los almohades reforzaron a
partir de 1146, antes de promover la expansión amurallada hacia el sur y el
oeste.
La
hipótesis ha sido asumida por otros investigadores, que han insistido en la
posibilidad del traslado de la aljama jerezana de San Dionisio a San Salvador.
En su argumentación retoman las propuestas de Aguilar, quien fundamenta su
análisis en la configuración urbana de Jerez en el siglo XIII según la lectura
del
Libro del Repartimiento (1267), especialmente en lo relativo a la
centralidad del primer templo, su proximidad a la alcaicería y la confluencia
en su entorno de las vías principales de la medina (
Caramazana, 2024;
LópezVargas-Machuca, 2024). Ahora bien, tales planteamientos se sostienen en una
analogía con Sevilla que, en el caso jerezano, carece de respaldo material y
documental, así como en una interpretación que proyecta sobre la ciudad del
siglo X el mismo esquema urbano documentado para el XIII. Con todo, las
intervenciones realizadas hasta el momento en San Dionisio no permiten
confirmar su uso como aljama, pues los únicos restos islámicos hallados en ella
—una lápida funeraria meriní y fragmentos de yesería mudéjar con epigrafía
(Borrego, 2014: 64 y 105; y
2021)— resultan insuficientes para sostener tal
conjetura. Del mismo modo, ni los textos árabes ni los castellanos mencionan en
ningún momento a este templo como mezquita mayor.
En
definitiva, tanto los datos arqueológicos como las fuentes escritas situarían
en principio a la aljama jerezana de manera continuada en la plaza de la
Encarnación, un espacio cercano al alcázar que conoció sucesivas reformas y
ampliaciones entre los siglos X y XIII. La hipótesis de una mezquita califal en
San Dionisio resulta hasta ahora poco verosímil, pues este sector parece
corresponder a una fase urbana posterior. En cambio, los hallazgos de cerámica
califal y taifa (González
et al., 2008; y González
et al., 2016)
se concentran en el eje Alcázar–San Salvador–San Lucas–San Juan–San Mateo, lo
que apunta a que allí se encontraba el núcleo originario de la ciudad (Repetto,
1987: 301-303; Borrego, 2014: 13-16; y
2023: 49-50), y no en el área de San
Dionisio y San Marcos, más alejada también del centro de poder, como sostienen
otros autores (Aguilar, 1999 y 2000; Caramazana, 2024; López Vargas-Machuca,
2024). Conviene recordar, además, que en el urbanismo andalusí se procuraba
situar la mezquita aljama en las inmediaciones de la sede del poder político y
militar, como ha señalado Christine Mazzoli-Guintard (2011: 140-144; 2025:
366-369), una obviedad que no debería soslayarse.
2. la Casa
del Abad: evidencias arquitectónicas y documentales
La
conocida como Casa del Abad, en la plaza de la Encarnación de Jerez, junto a la
torre tardogótica de la desaparecida iglesia mayor, conserva estructuras de la
mezquita aljama que los cristianos consagraron a San Salvador,
hoy catedral del mismo nombre. Este hecho queda confirmado por la carta abierta
de Alfonso X al abad y los canónigos de este templo, de 23 de noviembre de 1267
(Borrego, 2015), en la que se señala:
“[…]
tomamos de los moros esta nuestra uilla de Xerez Sidonia, e de su mezquita
fezimos donación a Sant Salvador […].”
Las
crónicas y documentos jerezanos de los siglos XVII y XVIII describen con
detalle los restos que entonces se conservaban del patio de abluciones del
oratorio principal de la medina, así como otros vestigios de la mezquita aljama
que aún subsistían o habían aparecido durante las obras del nuevo templo entre 1695 y 1778 (Repetto, 1987: 309-312; De los Ríos, 1993;
Moreno, 2014; Jiménez y Pomar, 2014).
A estos
testimonios se suma la precisa orientación del edificio hacia el sudeste (135º),
similar a los 139º de la cercana mezquita del siglo X de al-Qanāṭir (El
Puerto de Santa María), una qibla cuya tendencia en al-Andalus abarcó
los siglos IX al XIV y que fue mayoritaria en el XI, pero de la que curiosamente
no se conocen ejemplos de los siglos VIII y XII (Rius, 2000: 112-113 y 122; cf. Jiménez, 1991). En
cuanto a los hallazgos arqueológicos documentados en la plaza de la Encarnación
y en el solar de la Casa del Abad en los últimos años (Jurado, 2011; Jurado et
al., 2011; Borrego
et al., 2015; López Barba, 2015; y Castro
Moreno, 2019),
algunos
de los cuales recoge López Vargas-Machuca (2024) en su artículo sobre la
mezquita mayor jerezana, destacamos los siguientes:
- En la parte inferior del solar se identificó
una amplia estancia sostenida por potentes pilares, de los cuales se desconoce
su altura completa, que había sido utilizada como bodega de la iglesia mayor, en
lo que interpretamos como reutilización del aljibe de la mezquita aljama
(fig. 1).
Fig. 1. Posibles restos del aljibe (Fotografía: Miguel Ángel López Barba)
- En el mismo nivel estratigráfico, junto a dicha
estructura, se localizaron restos de un machón de ladrillo y sillares, apoyado
sobre el terreno geológico, correspondientes a la base del alminar (fig. 2),
situado a espaldas de la torre del siglo XV. Esta última, único resto en pie del
antiguo templo cristiano, se levanta sobre un sólido edificio de piedra,
probablemente de la misma época y erigido con la función de servirle de refuerzo,
que utilizó como cimentación la base del minarete andalusí.
Fig. 2. Vestigios de la base del alminar (Fotografía: José Mª Gutiérrez López)
- Asimismo, en un edificio anexo al aljibe, en el
lado noroeste, se documentaron dos columnas pétreas de factura muy sencilla,
comparables a las de algunas mezquitas tempranas de al-Andalus, como la de
Almonaster la Real (Huelva), que podrían constituir indicios de la existencia
en ese emplazamiento de un oratorio primitivo posteriormente reformado y
ampliado (figs. 3 y 4).
Figs. 3 y 4. Una de las columnas reutilizadas
(Fotografías: Miguel Ángel López Barba y José Mª Gutiérrez López)
- En la parte superior, la Casa del Abad conserva
muros de las galerías del patio de abluciones de la mezquita que encuentran los
cristianos en el siglo XIII, en concreto del tramo noroeste —destruido en parte
por la torre tardogótica— y del sudoeste, ambos con varios arcos de herradura
abiertos al exterior de la plaza (fig. 5 y 6).
Fig. 5. Uno de los arcos que da a la plaza de la Encarnación (Fotografía: José Mª Gutiérrez López)
Fig. 6. Alzado del edificio con los arcos de herradura (Miguel Ángel López Barba)
- A ellos se añade otro de gran tamaño en el muro
trasero de la galería noroeste, que comunica con los restos de una antigua
calle (fig. 7). Este último puede identificarse con la entrada
principal a la mezquita, probablemente mediante una rampa o escalinata que
partía de la calzada del Arroyo y se apoyaba en parte sobre el aljibe.
Fig. 7. Portada de acceso a la mezquita (Fotografía: José Mª Gutiérrez López)
En conjunto, los vestigios apuntan a una
construcción compleja, objeto de sucesivas ampliaciones y remodelaciones entre
los siglos X y XIII, pero que ha sido presentado como un edificio de pequeñas
dimensiones (López Vargas-Machuca, 2024). Esta valoración, sin embargo, carece
de base sólida y no atiende a las evidencias disponibles. Frente a esta
interpretación, un testimonio del arquitecto Diego Moreno Meléndez, en un
documento de 1699 que trae a colación la historiadora Esperanza de los Ríos
(2003: 261), resulta particularmente revelador: la nave de la epístola —que
ocupaba toda la anchura de la antigua sala de oración— medía cuarenta varas,
equivalentes a unos 33,5 metros. Este dato, cotejado con los restos conservados
de la galería noroeste y con la constatación de que la torre tardogótica
destruyó su extremo oriental, permite calcular para el oratorio principal una
extensión transversal cercana a los 35 metros. Se trata, por tanto, de unas
dimensiones que en modo alguno pueden calificarse de reducidas, sino que sitúan
la aljama jerezana dentro de los parámetros habituales de las grandes mezquitas
andalusíes (fig. 8). A partir de estas medidas se abre la posibilidad de
un trazado de siete naves, con la central más amplia que los tramos laterales,
como refleja el arco de acceso principal, opción que ya veníamos considerando
en el marco de nuestros trabajos de campo desarrollados en la Casa del Abad y
que recoge López Vargas-Machuca (2024: 18), quien no obstante se decanta
finalmente por una solución de cinco. La hipótesis de mayor amplitud, además,
se ajusta a lo señalado por Susana Calvo Capilla (2014: 203-206), quien
recuerda que, en ciudades de rango como Jerez, las aljamas principales tendían
a superar el esquema habitual de cinco tramos presente en otras medinas
menores.

Fig. 8. Propuesta de reconstrucción elaborada a partir de los datos arqueológicos y documentales recogidos en este estudio de la mezquita mayor de Šarīš (en azul); en negro los vestigios conservados de la misma. En rojo, columnas del oratorio reutilizadas; en gris, restos de la torre y bodega cristiana del siglo XV (Plano de Miguel Ángel López Barba)
3. Biografías
relacionadas con la Aljama
Aunque las fuentes árabes no describen directamente la mezquita aljama jerezana, sí mencionan a varios de sus jatibes (jutabāʾ) o responsables del sermón de los viernes entre los siglos X y XIII, lo que constituye una prueba inequívoca de su existencia y funcionamiento durante todo ese periodo. Estos personajes son los siguientes:
-
Yazīd b. Asbāṭ, Abū Jālid al-Majzūmī. Poeta y alfaquí de
Šiḏūna (Sidonia) que ejerció como jatib en Jerez, ciudad en la que residía. Se desconocen las fechas de su nacimiento y muerte, aunque sabemos que fue contemporáneo de
Munḏir b. ʿUmar (m. 334=945-6), quien le dedicó los siguientes versos en alabanza a su ministerio:
أبـــا خـــالد يا عُدَّة للعــشـــائر ويــــازينة الدنيـــــا وزيــن المــنـــابــــر
ويا قمرا للدين يشرق نوره ويا كوكبا في العلم ليس بغائر
¡Oh Abū Jālid, lucero de las tribus beduinas,
gala del mundo y adorno de los almimbares!
¡Oh luna de la religión, cuya luz resplandece,
oh estrella de la ciencia, no tienes parangón!
- ‛Abd Allāh b. Yūsuf b. al-Šakkāl, Abū l-Muḥammad al-Tuŷībī al-Jaṭīb. Sólo sabemos que fue jatib de Jerez, sin que conozcamos en qué fecha exacta del siglo XIII.
El conjunto de estos nombres confirma no sólo la continuidad institucional de la mezquita aljama jerezana entre los siglos X y XIII, sino también su inserción en las redes intelectuales del Occidente islámico. La presencia documentada de
jutabāʾ vinculados a la ciudad, algunos de ellos con trayectorias formativas en Oriente o en grandes centros andalusíes, muestra que la aljama de
Šarīš fue un espacio vivo de culto y enseñanza, con capacidad de irradiar prestigio y de atraer discípulos. Con todo, debe recordarse que esta breve nómina no es sino una muestra parcial de un elenco más amplio de personajes relacionados con la vida religiosa y jurídica de la ciudad: almocríes, cadíes y otros cargos, a los que se suman maestros y sabios que bien pudieron utilizar la aljama como sede de sus oficios (
Borrego, 2004 y 2011). Su presencia confirma que la aljama no fue sólo el centro del culto colectivo, sino también un espacio de saber y de autoridad jurídica. Resulta llamativo, en este sentido, que algún estudio reciente (López Vargas-Machuca, 2024) haya ignorado esta evidencia biográfica, a pesar de constituir una de las pruebas más sólidas de la existencia, la relevancia y la vitalidad de la aljama jerezana durante toda la etapa islámica.
4. Conclusiones
La convergencia de las evidencias arquitectónicas, arqueológicas y documentales permite sostener con solidez que la mezquita mayor de la medina de Šarīš se situaba en el solar de la actual Casa del Abad, que actuó como centro espiritual y comunitario entre los siglos X y XIII. La hipótesis de una primera aljama en San Dionisio, aunque sugerente, se apoya únicamente en analogías urbanísticas con Sevilla, sin respaldo arqueológico ni textual. Por el contrario, los datos disponibles apuntan de manera consistente al eje Alcázar-San Salvador-San Lucas-San Juan-San Mateo como núcleo originario de la ciudad islámica, donde la plaza de la Encarnación articulaba tanto el espacio religioso como el cívico.
En este marco, y a la luz de los testimonios actualmente conocidos, la Casa del Abad/plaza de la Encarnación puede considerarse, por el momento, el emplazamiento histórico de la mezquita aljama jerezana, reformada y ampliada a lo largo de varios siglos hasta su consagración como iglesia mayor por Alfonso X. Esta identificación no solo clarifica la topografía religiosa de la medina, sino que también permite comprender la continuidad entre la aljama y la iglesia mayor de San Salvador —y, posteriormente, la catedral—, revelando la permanencia de un mismo espacio en la vida urbana y espiritual de Jerez desde época andalusí hasta la etapa castellana. Asimismo, la nómina de jutabāʾ y ʿulamāʾ documentados entre los siglos X y XIII confirma el dinamismo intelectual y religioso de la aljama, reforzando su condición de auténtico eje comunitario. En definitiva, la mezquita mayor de Jerez no fue un edificio secundario ni de pequeñas dimensiones, sino el verdadero eje espiritual, jurídico y cultural de la medina, cuya memoria pervive en la Casa del Abad.
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Texto extraído de:
BORREGO SOTO, Miguel Ángel; GUTIÉRREZ LÓPEZ, José María; y LÓPEZ BARBA, Miguel Ángel. 2025. "La mezquita aljama de Šarīš (Jerez de la Frontera). La Casa del Abad", en CAH. Crónica de al-Andalus/Hispania [en línea]. Proyecto Al-Andalus Hispania, dir. Jorge Lirola Delgado. Disponible en:
https://alandalushispania.es/articulo/119.