jueves, 6 de marzo de 2025

Algunas ideas acerca del reparto de la medina andalusí de Šarīš (Jerez)*

Tras la conquista de la Jerez andalusí (Šarīš) y su extenso alfoz, y la expulsión de sus habitantes en octubre de 1267, los persistentes esfuerzos de nazaríes y meriníes por recuperarla convirtieron la ciudad en un enclave hostil y, consecuentemente, difícil de repoblar. Inicialmente, la prioridad radicaba en garantizar la seguridad de sus primeros vecinos y del territorio, lo que justifica la llegada, en noviembre de ese mismo año, de cuarenta hijosdalgo destinados a reforzar sus defensas, así como la permanencia del rey Alfonso X en Jerez entre octubre de 1267 y junio de 1268, periodo durante el cual convocó Cortes y emitió una serie de documentos dirigidos a diversas poblaciones, comunidades, congregaciones religiosas y personajes destacados. El texto más antiguo relacionado directamente con este aspecto es una carta plomada de 13 de noviembre de 1267, cuyo original se custodia en el archivo del convento de Santo Domingo y mediante la cual, el monarca otorga a la Orden de Predicadores un amplio terreno y una huerta con sus norias, ubicados entre las puertas de Sevilla y la de Sanlúcar, para la construcción de su monasterio.

Arco de herradura. Claustro de Santo Domingo (Jerez)

La necesidad de consolidar a los efectivos castrenses asentados en la urbe y de atraer a nuevos moradores provocó que Alfonso X les concediera beneficios suculentos. De este modo, el privilegio de 29 de octubre de 1268 otorgaba a cada uno de los mencionados cuarenta hijosdalgo, tierras y doscientos maravedíes anuales a modo de feudo a cambio del servicio a la corona. Asimismo, entre noviembre de 1267 y el verano de 1269, las diferentes órdenes religiosas y militares recibieron posesiones diversas en el campo y la ciudad con la condición de mantener, estas últimas, a un comendador equipado con caballo y armas. Fueron una repoblación y un reparto de casas y heredades que se prolongaron durante unos cuatro años, entre 1267 y 1271 aproximadamente, debido, sobre todo, al peligro que entrañaba instalarse en una ciudad de frontera, continuamente acechada por el cercano enemigo musulmán.

Con todo, Jerez se convierte en una población plenamente cristiana a partir del 22 de marzo de 1268, cuando Alfonso X le concede los mismos fueros y franquezas de la ciudad de Sevilla. El documento, mencionado por Fray Juan de Espínola y Torres en su Historia, y el Diplomatario Andaluz de Alfonso X, que lo fecha erróneamente en 22 de enero de 1268, es el privilegio más antiguo de los conservados en el Archivo Municipal de Jerez de la Frontera. El reparto de la ciudad ya se habría iniciado por entonces con la llegada de los primeros repobladores, escogidos entre las tropas que acompañaron al monarca y los miembros de su familia y la propia Corte.

Calle de una medina en Marruecos

Tanto los repartimientos urbanos como los rústicos solían realizarse de un modo similar, según evidencia la documentación existente. Así, tras hacerse efectivas las particiones de cada beneficiario, se iba anotando el nombre de éste y el lugar y linderos de la casa, donadío o heredamiento recibidos, en diferentes cuadernos para, finalmente, expedirse los documentos acreditativos, entre cartas y privilegios, de las donaciones, en caso de que fueran necesarios, o porque los propietarios los solicitaran. Como señala el profesor González Jiménez, las repoblaciones de las ciudades conquistadas a los musulmanes no fueron un fenómeno puntual, algo, en una palabra, que se realice en un corto espacio de tiempo, sino procesos largos que se iban elaborando progresivamente, no sólo por las circunstancias particulares de cada localidad, inmersa en un momento conflictivo, como fue el caso de Jerez con la cercana frontera musulmana, sino también por cambios en los beneficiarios que fallecían, abandonaban sus propiedades o las legaban a algún familiar, entre otros ejemplos. En efecto, en el Libro del Repartimiento urbano se recogen veintitrés casos de defunciones de pobladores, veintidós ventas de heredamientos (diez de “moros” y doce de cristianos), y trece deserciones. Todos estos movimientos y fluctuaciones en la llegada o salida de habitantes de Jerez evidencian la mencionada dificultad de su repoblación, pues el enemigo musulmán, como venimos señalando, seguía hostigando sus valiosos entorno y emplazamiento con el objetivo de recuperarlos de nuevo para el islam.

Los cuadernos jerezanos, ordenados por collaciones, con sus anotaciones y correcciones o ampliaciones originales, se trasladaron a un volumen compilatorio en 1338, ejemplar que, afortunadamente, ha llegado hasta nosotros en un buen estado de conservación. Los textos en los que se basó han desaparecido o, tal vez, fueron destruidos cuando se copiaron al libro definitivo. En su encabezamiento se lee que es el libro de la partiçión que fue fecha de las casas de la villa de [Xerez de la Frontera] al tiempo qu'el muy noble rey don Alfonso ganó a la dicha [Xere]z, que fue quatro días del mes de otubre de la era de mill e trezientos e quatro annos (=1266), afirmación que llevó a creer que esa fecha era la de su redacción.

Algunos documentos demuestran, no obstante, que el reparto de casas en Jerez no se llevó a cabo ni desde 1264 ni desde 1266, y que debió de iniciarse poco después de su conquista en octubre de 1267 prolongándose, al menos, hasta 1271, como hemos señalado más arriba. De este modo, tanto la fecha del privilegio de 13 de noviembre de 1267, por el que se concede a los Dominicos tierras y heredades en las afueras de la ciudad para fazer su monasterio, como la partida 80 del Libro del Repartimiento, en la que el rey manda dar a los frailes predicadores la teja, la piedra y la madera de las viviendas que se derrumban para habilitar el solar del cementerio de San Salvador, demuestran que la construcción del edificio dominico y la redacción del propio Libro del Repartimiento urbano son posteriores a octubre de 1266. La referida concesión que, en lunes 29 de octubre de 1268, Alfonso X hizo a los cuarenta caballeros hijosdalgo que aparecían en el privilegio de 6 de noviembre de 1267 defendiendo las puertas de la ciudad confirma igualmente que el reparto jerezano aún no se había finalizado en 1268. Por otra parte, que el 18 de abril de 1269, en Jaén, Alfonso X concediera a Jerez un barrio de francos que se menciona en el Libro del Repartimiento con sus casas y beneficiarios, nos lleva a afirmar que este otorgamiento antecede también a la fecha de conclusión de las particiones. Asimismo, sabemos por otro documento del miércoles 14 de agosto de 1269, expedido en Toledo, que Alfonso X otorgó a la Orden de Calatrava casas en la collación de San Mateos y tierras en Jerez. La Orden de Alcántara, mencionada en el mismo documento, aparece igualmente como beneficiaria de posesiones y huertas en Jerez. Por último, el lunes 14 de septiembre de 1271, el rey Alfonso X donó, mediante una carta, a su notario y arcediano de Toledo, el maestre Gonzalo Pérez, casas en la collación de San Salvador de Jerez, una huerta junto al muro de la ciudad, cinco aranzadas de viña en la alquería de Barbaina, y seis aranzadas de tierra para majuelo y cinco yugadas de heredad para pan en la aldea de Ducha. El texto, inédito hasta hace unos años, y que menciona a otros beneficiarios como linderos de las posesiones de Gonzalo Pérez, es una muestra más de que el repartimiento seguía elaborándose en 1271.

Carta plomada de Alfonso X a Gonzalo Pérez, su notario y arcediano de Toledo
(Archivo de la Catedral de Toledo, I.9.C.1.3)

Parece indudable que la fecha de 4 de octubre de 1266 que aparece en el encabezamiento del traslado del Libro del Repartimiento de 1338, se refiere a la de la conquista de Jerez, aunque equivocando el año. Es por ello que, al hilo de este asunto, cobre mayor interés el Memorial de los hechos de armas de los caballeros jerezanos contra los musulmanes escrito por Juan Román de Cuenca en 1484 a petición del cabildo de Jerez de la Frontera, en el que leemos que el rey don Alfonso, décimo deste nonbre, que se llamó el Sabio, ganó a esta çibdad de Xerez […] día de Sant Dionis, año del nasçimiento de Nuestro Señor Jhesucripto de mill e dozientos e sesenta e syete años. Aunque este texto, dado a conocer por el profesor Juan Abellán Pérez hace unos años, presenta errores cronológicos en la narración de la toma de Jerez por los cristianos, es el único de época medieval que recoge con exactitud la fecha de aquel acontecimiento, acaecido varios meses después de la firma del Pacto de Alcalá de Benzaide (Qalʽat Ibn Saʽīd, actual Alcalá la Real, Jaén) en el verano de 1267, que puso fin a la guerra de tres años que habían mantenido los reinos de Castilla y Granada desde el estallido de la llamada "revuelta mudéjar" en la primavera de 1264, como hemos tratado de demostrar en trabajos recientes.


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*Aunque el libro del repartimiento urbano de Jerez despertó desde muy temprano el interés de la historiografía local (en la que destacamos a Juan de Espínola, Fragmentos, fols. 3r.-5v.; Esteban Rallón, Historia, I, pp. 275-278; Joseph Ángelo Dávila, Historia, pp. 25-79; o Bartolomé Gutiérrez, Historia, II, pp. 35-107), la primera monografía científica la encontramos en la obra de Sancho de Sopranis, quien le dedica todo un capítulo de su Historia, I, 1964, pp. 35-71. Este estudio sirvió de partida a los profesores González Jiménez y González Gómez para su introducción a la edición del repartimiento urbano jerezano, 1980, pp. XXII y ss., hasta el momento el mejor análisis de este libro.

(Texto extraído del artículo de BORREGO SOTO, Miguel Ángel (2023): "Nuevos datos sobre el repartimiento rústico de Jerez a partir de varios manuscritos inéditos", en Revista de Historia de Jerez, nº 26, pp. 261-315)

Datos sobre el alfoz de la ciudad andalusí de Jerez*

En diversos trabajos ya me he referido al amplio y fértil alfoz en que la ciudad andalusí de Šarīš (Jerez) basaba su prosperidad económica. Gracias a la documentación castellana, conocemos el nombre de muchas de las alquerías y otras poblaciones no mencionadas en las fuentes árabes que conformaron su extenso territorio. Un ejemplo de ello lo vemos en la alquería de origen andalusí de Margalihud, cuyo topónimo y ubicación conocemos gracias a los textos medievales castellanos, y a obras como las de Esteban Rallón y Bartolomé Gutiérrez, del siglo XVIII; o en el caserío de Majarromaque, a orillas del Guadalete, con restos arqueológicos de época musulmana, pero del que sólo tenemos referencias, hasta el momento, en obras cristianas.

Agricultores en una ilustración del Kitāb al-Diryāq. BNF, ms. Arabe 2964

Con todo, los textos árabes corroboran la denominación de algunos de esos topónimos y aportan, además, el de otros que no aparecen en las castellanas. Así, por ejemplo, la obra de Ibn al-Faraḍī, aparte de los de las ciudades de Šidūna, Qalsāna o la propia Šarīš, ciudades principales de la cora de Sidonia durante el califato, nos habla de las alquerías de Qarīša, denominación de la antigua ciudad de Carissa Aurelia, hoy en día un señalado yacimiento arqueológico entre Bornos y Espera, que aparece erróneamente transcrito como Barīša, y que fue el hogar durante un tiempo de Tamīm b. ‛Alā’ b. ‛Āsim al-Tamīmī de Écija (fallecido hacia el año 300=912-3 en Šidūna); Baṭrīya, que se corresponde con Patría, en el término actual de Vejer de la Frontera, y donde vivieron los alfaquíes Abū ‛Umar Yūsuf b. Wahbūn y ‛Alā’ b. ‛Adī; al-Buḥayra (Vejer de la Frontera) lugar de residencia del alfaquí Abū Isḥāq Ibrāhīm b. Qays (m. en 360=971-2); o Asṭah, en las actuales Mesas de Asta, a 4 kilómetros de Jerez, ciudad de nacimiento del jatib y alfaquí ‛Uṯmān b. Sa‛īd b. al-Bišr b. Gālib b. Fayḍ al-Lajmī, que dirigió la oración en su mezquita aljama y en la que murió en 373 (=983-4). 

Obras posteriores mencionan otros topónimos del territorio jerezano como Arkuš (Arcos), donde nació, entre otros ulemas, el poeta y lexicógrafo Abu Bakr Ibn al-Fajjār (m. 723=1323-1324); Qal‛at Jawlān (Alcalá de los Gazules), hogar del poeta Abū ‛Imrān Mūsà b. Sālim al-Qal‛ī al-Jawlānī; Būnayna, junto a Karannāna, donde enseñó algún tiempo el ulema sevillano Ibn Sayyid al-Nās (m. 659=1260-1); Ḏuŷŷa (cortijo de Ducha), cuna de Abū Mūsà ‛Īsà b. ‛Abd Allāh al-Lajmī al-Ḏuŷŷī al-Šarīšī; Madīnat Ibn al-Salīm, también llamada simplemente Madīna, la actual Medina Sidonia, secularmente confundida con la ciudad de Šidūna, de donde procede Abū Isḥāq Ibrāhīm Ibn al Bannāʾal-Madīnī; Faysāna (Facinas), en la que supuestamente murió Nuŷaba b. Yaḥyà al-Ru‛aynī al-Išbīlī, de quien también se dice que finó en Birkat o Bakkat Q.m.rat (Beca-Caños de Meca), también del distrito de Jerez según los textos árabes; Būnas/Burnus (¿Cortijo de San José de Prunes/Bornos?) sitio de origen de Ibrāhīm b. ‛Alī al-Būnasī; Rūṭa (Rota), donde se crió Ibrāhīm b. Ŷāmi‛; Šallabar (Jeliver), la localidad de la que fue cadí ‛Alī b. Muḥammad b. ‛Alī al-Ru‛aynī Ibn al-Fajjār al-Išbīlī, ulema y cadí sevillano que el año 615 (=1218-9) estuvo en Jerez aprendiendo de los maestros que cita en su conocido Barnāmaŷ; Šarāna, de la que proceden los Banū l-Murjī; Galyāna, fortaleza que podría corresponderse con la actual Torre Melgarejo, y que dio nombre a los conocidos Llanos de Caulina; o la mencionada Karannāna (Grañina, repartida a los pobladores de Cádiz en 1263) el lugar del que procede la nisba de Abū l-Ḥasan ‛Alī al-Karannānī. Tenemos también testimonio del nombre de un par de lugares junto al Guadalete, descrito por Ibn Sa‛īd como río placentero con jardines y bellos paisajes que diríase compendio del río de Sevilla: una es el marjal o pradera del Brocado (marŷ al-Sundusīya), y la otra Aŷŷāna o al-Ŷāna (tal vez los hoy conocidos como Llanos de La Ina), a la que los poetas jerezanos Ibn Lubbāl e Ibn Giyāt dedicaron sendas casidas; o el del embarcadero de Ṭarbašāna (Trebujena).


La paulatina conquista castellana fue sometiendo y distribuyendo entre particulares y órdenes militares y religiosas las poblaciones de mayor relevancia dentro de la antigua jurisdicción de Šarīš, con sus respectivos y nuevos territorios. Entre los documentos que atestiguan esta división del antiguo alfoz jerezano, contamos con el repartimiento de El Puerto de Santa María, la antigua al-Qanāṭir y Santa María del Puerto, cuyas casas fueron entregadas finalmente a los miembros más destacados del concejo de Cádiz entre enero y noviembre de 1268, junto a las alquerías de Campix, Grañina, Finojera, Poblañina y Fontañina, y las de Bayna, Villarana, Bollullos, Machar Tamarit, Machar Grasul y Casarejos. Otro texto relacionado con el anterior, que confirma la segmentación de la antigua circunscripción jerezana de época andalusí en esa zona, es el referido a la incorporación, también a la comarca de la ciudad de Cádiz, de los concejos de Sanlúcar, Rota, La Puente (la antigua alquería andalusí de Rayḥāna) y Sidonia en noviembre de 1268. El antiguo territorio de esta última, que comprendía las aldeas de Tiros, Barbaina, Parparana, Bonaina, Guadahabaque, Hela, Leyar y la aldea de Los Santos, en la actual sierra de San Cristóbal, entre El Puerto de Santa María y Jerez, se concedió en 1267 a los cien vecinos que poblaron El Portal como lugar estratégico fundado por Alfonso X para la conquista de Jerez. Según el profesor Jiménez López de Eguileta, el término de Sidonia, una vez agregado a Cádiz y, sobre todo, a partir de 1284, cuando lo fue a El Puerto de Santa María, ciudad que había recibido carta de población en 1281, se redujo a la cara meridional de la sierra de San Cristóbal, quedando la septentrional en el de Jerez desde 1269, tras la incorporación de El Portal a su territorio. Otros documentos que confirman cómo la corona castellana redujo aún más el alfoz jerezano por todos sus márgenes son la partición de términos que el 27 de junio de 1269 se estableció entre Medina Sidonia y Jerez, Vejer, Tarifa, Algeciras y Alcalá de los Gazules; y la aprobación de 3 de agosto de 1274 del deslinde de la comarca de Jerez con las de Lebrija y Arcos, que habría sido efectuado en torno a junio o julio de 1269.

Lo que parece fuera de toda duda es que la distribución entre los cristianos del espacio rural jerezano que había quedado dentro de esos márgenes se inició el diez de julio de 1269. Así lo dice la primera partida del libro de repartimiento que Mesa Xinete, copiándola de Espínola, transcribe en su obra histórica de la siguiente manera:

[…] Comprueba lo dicho el instrumento original, de que alcanzó á ver parte el P. Spínola como espresa en su manuscrito, del repartimiento de tierras de esta Ciudad, en que, habiendo el Rey D. Alonso 10, en Sevilla, á 8 de Abril, era 1.307, que es año 1.269, concedido á Jerez, un Barrio franco, como en Sevilla, y su término, demás de las Aldeas de adentro, con los Castillos del Puerto, Rota, Chipiona, Solucar, Evora, Montagut, Trebujena, ó de Givalvin á la mar dice, se comenzó el repartimiento de tierras, cuya primera partida dice: Miércoles, diez días de jullio, era 1.307 (que es año 1.269) fueron hacia las aldeas de Jerez, é partieron los términos dellas, é midieron quantas yungadas había en ellas: Primeramente, comenzamos de facer la aldea de Barruayana, que comienza su término en la carrera que vá de Jerez á Casareya, aldea de Sidonia, la cual alinda con Torroz y Sidonia […].

Tres meses después, el 12 de octubre, Alfonso X ordenaba, mediante una carta emitida en Toledo, que no hubiera en Jerez más de treinta donadíos. Según un cuaderno manuscrito del siglo XIX, redactado por el archivero municipal jerezano Agustín Muñoz y Gómez, estas propiedades eran Almocadén, Pedro Díaz o Hinojosa, Romanina, Casarejos, Montegil, Grañina, Cuervo, Villamarta, Barbaina, Maharromaque, Chillas, Uria, Lanzabota, Pozo de la Horca, Adelfoso, Prunes o Ventosilla, Barja, Bujón, Crespellina, Fuente del Rey, Arana, Zurita, Miramundos, Berlanga, Gédula, Donadío del Obispo de Cádiz, Xara, Mesa de Asta, Cortijo de Montecorto y Monteagudo. En opinión del profesor Martín Gutiérrez, este listado presenta serias dudas, entre ellas la de que el autor no indique cuál fue la fuente de información que utilizó para elaborarla. Además, resulta sospechoso que la mayoría de topónimos apuntados por Muñoz y Gómez sean los de pagos y aldeas de la campiña jerezana existentes en su época; es decir, tal vez el archivero de la ciudad escribía aquello por mera suposición y, simplemente, y a partir de ella, lo que pretendía era retrotraer hacia un pasado lo más glorioso posible los nombres de estos lugares, relacionándolos con el momento de la conquista castellana. No obstante, va a ser el propio Martín Gutiérrez quien reconstruya, a partir de una rigurosa labor de archivo, el poblamiento del alfoz jerezano bajomedieval con la confirmación documental de más de cuarenta aldeas y doce donadíos de los treinta que fueron repartidos por Alfonso X en 1269.

Paisaje de olivos un día nublado en la campiña de Jerez. / Miguel Ángel González

En el siglo XVIII, el citado historiador Mesa Xinete, basándose a buen seguro en la obra de Espínola, aportaba también una enumeración de propiedades, alguno de cuyos topónimos coinciden con los que aparecen en las fuentes árabes y medievales reseñadas, y con el propio Muñoz y Gómez. Así, leemos que

el libro del repartimiento de tierras hace memoria de más de las dichas aldeas, que son las primeras y más inmediatas a Xerez: Barbaina, Torros, Sidonia, Casareia, Plata, Marta, Xarana, Efe, Capirete, Tabajete, Ducha, Espartina, Cardena, Montejil, Mojonblanco, Montana, Romanina, Vicos, Ajibalbín, Burugena, Alcántara, Crespellina, Domenga, Caulina, Macharnudo, Mararocán, Albaladejo, Esparragal, Xara, Trobal, Asta, Monteagudo, y otras muchas oi conocidas con el propio nombre de los pagos de tierra donde existían. Comprendían sus términos los castillos del Puerto, Rota, Chipiona, Solucar, Ébora, Montagut, Trebujena e de Jibralbin a el mar.

Sobre el reparto de Grañina, aldea citada por Muñoz y Gómez, a los pies de Gibalbín, diferente de la alquería homónima del término de El Puerto de Santa María a la que ya hemos aludido, el profesor Emilio Martín encontró la noticia de su partición en las Actas Capitulares jerezanas del año 1505, cuyo contenido se basa en una disputa por delimitación de términos en la que se vieron implicados los concejos de Sevilla, Lebrija y Jerez. En medio de los pleitos, el concejo de esta última, en la persona del escribano público Juan Román, y a petición del de Sevilla, extrajo del arca de los privilegios cinco cuadernos cosidos y escritos en letra antigua sobre pergamino de cuero que, según el propio escribano, eran el Libro de la Diuisión de las Aldeas e Cortijos desta çibdad e de su término. El primer cuaderno tenía el mismo encabezamiento que leemos en Mesa Xinete, y fue copiado en las Actas Capitulares a las que nos referimos, igual que la partida correspondiente a la aldea de Grañina, situada al norte de Jerez, junto a la sierra de Gibalbín, en la que se menciona su extensión y sus propietarios. Existen también datos de la aldea de Santa y del donadío de El Cuadrado, donde heredó el conocido Gonzalo Matheos, “el de los Buenos Fijuelos”, extraídos de la copia de una ejecutoria de hidalguía que, en la actualidad, aún se custodia en la biblioteca de los descendientes de esta familia. Así, leemos en el folio 150 de ese texto cómo en el arca de Cabildo se hallaron

sinco cuadernos de pergamino escritos de letra antigua que decía el uno de ellos un título encima, que decía El Titulo de las Heredades, del qual se sacó la cavesa de los dichos cuadernos con la partida que el dicho licenciado, Alonso Lopez Matheos, en los dichos nombres pidió que se leyese el siguente: “otrosi comenzaron a partir el donadío del Cuadrado en el qual son herederos los donados y seis cavalleros del feudo y trece caballeros ciudadanos y tres clérigos y setenta y quatro pobladores de la collación de San Mateo [...]”, y en la tercera suerte está una partida que dize: “la tercera suerte que ha por linderos en linde de heredad de Hernán Yáñez sobredicho y, de la otra parte, la cañada, y de la otra cabeza el camino de San Lucar sobre dicho, cupo a Gonzalo Matheos el de los Buenos Fijuelos”. Los quales sinco cuadernos y libros del repartimiento de las dichas heredades tienen hasta aquí 64 foxas contadas por mí el presente receptor. Este libro lo mando escribir Alfonso Yañez Adugado, vecino de Xerez, por mandado del Concejo de dicho lugar. Escribiólo todo Aparicio Martín su discípulo y su criado. Acabado el postrimero día del mes de octubre de 1366 de la Hera. Bustillo firma la copia.

Sabemos que los papeles originales del libro del repartimiento rústico estuvieron en poder del concejo jerezano hasta 1588, pues su existencia consta en el acta de la sesión de Cabildo de 19 de agosto, en la que se detalla su entrega al juez de baldíos Diego de Vega, comisionado para la venta de tierras en virtud de una Real Cédula de ese mismo año. En dicho documento, resumido en un manuscrito de finales del siglo XIX que se conserva en la Real Academia de la Historia, y que también parece redactado por el citado archivero municipal Agustín Muñoz y Gómez, se describe el contenido de aquellos papeles, consistente en:

a) Un quaderno en pergamino que el título dize “Amojonamiento de los términos de Juan Flores entre Xerez y Cardela y entre los otros lugares”, escripto en siete fojas con la del signo y primera.

b) Otro escripto en pergamino intitulado “Quaderno doce. Libro del aldea del Portal”, escrito en honze fojas.

c) Otro Quaderno escrito en pergamino intitulado “Libro de las suertes, que son doze. Repartir la tierra”, escrito en veinte y cinco fojas.

d) Otro quaderno escrito en pergamino intitulado “Repartimiento de las eredades”, en veinte y nueve folios, que son dos quadernos cozidos con una cuerda y ambos fazen la dicha suma.

e) Otro quaderno escrito en pergamino intitulado “Libro de las Capellanías de la Mesa Capitular”, escrito en diez y siete fojas.

f) Un libro viejo desencuadernado y desojado y algunas ojas de ellas hechas pedazos que, contado hoja por oja, tuvo trezientas y ocho fojas.


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* Podríamos afirmar que el primer autor que más recientemente prestó atención al repartimiento rústico de Jerez fue Sancho de Sopranis en los párrafos monográficos que escribió en su Historia de Jerez, I, 1964, pp. 38-42, y que, asimismo, sirvieron de base a González Jiménez y González Gómez, 1980, pp. XIX-XXII, para el conciso análisis que le dedican al tema en la introducción a su edición del repartimiento urbano de Jerez. En relación con el estudio del alfoz jerezano, cabe mencionar aquí tanto al profesor Martín Gutiérrez, tal vez el mayor especialista en la campiña de Jerez de época bajomedieval cristiana, y autor de diversos trabajos sobre el tema (1999, 2003a, 2003b, 2004, 2014 o 2015, entre otros), como a los hermanos José y Agustín García Lázaro, 2020 y 2021, los mejores divulgadores del entorno rural de nuestra ciudad entre el lector no versado. Sobre la toponimia de la zona de influencia de Jerez, el intento de García de Diego López, 1972, resulta bastante insatisfactorio, por lo que hasta el momento lo más recomendable es seguir los mencionados trabajos de Martín Gutiérrez, o acercarse a trabajos clásicos, aunque más generales, como los de Asín Palacios, 1944; Pabón, 1950-1953; o Terés Sádaba, 1986, en los que se da la etimología árabe o latina de algunos nombres de lugar de nuestro entorno, entre muchos otros foráneos.

(Texto extraído del artículo de BORREGO SOTO, Miguel Ángel (2023): "Nuevos datos sobre el repartimiento rústico de Jerez a partir de varios manuscritos inéditos", en Revista de Historia de Jerez, nº 26, pp. 261-315)