Tras la conquista de la Jerez andalusí (Šarīš) y su extenso alfoz, y la expulsión de sus habitantes en octubre de 1267, los persistentes esfuerzos de nazaríes y meriníes por recuperarla convirtieron la ciudad en un enclave hostil y, consecuentemente, difícil de repoblar. Inicialmente, la prioridad radicaba en garantizar la seguridad de sus primeros vecinos y del territorio, lo que justifica la llegada, en noviembre de ese mismo año, de cuarenta hijosdalgo destinados a reforzar sus defensas, así como la permanencia del rey Alfonso X en Jerez entre octubre de 1267 y junio de 1268, periodo durante el cual convocó Cortes y emitió una serie de documentos dirigidos a diversas poblaciones, comunidades, congregaciones religiosas y personajes destacados. El texto más antiguo relacionado directamente con este aspecto es una carta plomada de 13 de noviembre de 1267, cuyo original se custodia en el archivo del convento de Santo Domingo y mediante la cual, el monarca otorga a la Orden de Predicadores un amplio terreno y una huerta con sus norias, ubicados entre las puertas de Sevilla y la de Sanlúcar, para la construcción de su monasterio.
La necesidad de consolidar a los efectivos castrenses asentados en la urbe y de atraer a nuevos moradores provocó que Alfonso X les concediera beneficios suculentos. De este modo, el privilegio de 29 de octubre de 1268 otorgaba a cada uno de los mencionados cuarenta hijosdalgo, tierras y doscientos maravedíes anuales a modo de feudo a cambio del servicio a la corona. Asimismo, entre noviembre de 1267 y el verano de 1269, las diferentes órdenes religiosas y militares recibieron posesiones diversas en el campo y la ciudad con la condición de mantener, estas últimas, a un comendador equipado con caballo y armas. Fueron una repoblación y un reparto de casas y heredades que se prolongaron durante unos cuatro años, entre 1267 y 1271 aproximadamente, debido, sobre todo, al peligro que entrañaba instalarse en una ciudad de frontera, continuamente acechada por el cercano enemigo musulmán.
Con todo, Jerez se convierte en una población plenamente cristiana a partir del 22 de marzo de 1268, cuando Alfonso X le concede los mismos fueros y franquezas de la ciudad de Sevilla. El documento, mencionado por Fray Juan de Espínola y Torres en su Historia, y el Diplomatario Andaluz de Alfonso X, que lo fecha erróneamente en 22 de enero de 1268, es el privilegio más antiguo de los conservados en el Archivo Municipal de Jerez de la Frontera. El reparto de la ciudad ya se habría iniciado por entonces con la llegada de los primeros repobladores, escogidos entre las tropas que acompañaron al monarca y los miembros de su familia y la propia Corte.
Calle de una medina en Marruecos
Tanto los repartimientos urbanos como los rústicos solían realizarse de un modo similar, según evidencia la documentación existente. Así, tras hacerse efectivas las particiones de cada beneficiario, se iba anotando el nombre de éste y el lugar y linderos de la casa, donadío o heredamiento recibidos, en diferentes cuadernos para, finalmente, expedirse los documentos acreditativos, entre cartas y privilegios, de las donaciones, en caso de que fueran necesarios, o porque los propietarios los solicitaran. Como señala el profesor González Jiménez, las repoblaciones de las ciudades conquistadas a los musulmanes no fueron un fenómeno puntual, algo, en una palabra, que se realice en un corto espacio de tiempo, sino procesos largos que se iban elaborando progresivamente, no sólo por las circunstancias particulares de cada localidad, inmersa en un momento conflictivo, como fue el caso de Jerez con la cercana frontera musulmana, sino también por cambios en los beneficiarios que fallecían, abandonaban sus propiedades o las legaban a algún familiar, entre otros ejemplos. En efecto, en el Libro del Repartimiento urbano se recogen veintitrés casos de defunciones de pobladores, veintidós ventas de heredamientos (diez de “moros” y doce de cristianos), y trece deserciones. Todos estos movimientos y fluctuaciones en la llegada o salida de habitantes de Jerez evidencian la mencionada dificultad de su repoblación, pues el enemigo musulmán, como venimos señalando, seguía hostigando sus valiosos entorno y emplazamiento con el objetivo de recuperarlos de nuevo para el islam.
Los cuadernos jerezanos, ordenados por collaciones, con sus anotaciones y correcciones o ampliaciones originales, se trasladaron a un volumen compilatorio en 1338, ejemplar que, afortunadamente, ha llegado hasta nosotros en un buen estado de conservación. Los textos en los que se basó han desaparecido o, tal vez, fueron destruidos cuando se copiaron al libro definitivo. En su encabezamiento se lee que es el libro de la partiçión que fue fecha de las casas de la villa de [Xerez de la Frontera] al tiempo qu'el muy noble rey don Alfonso ganó a la dicha [Xere]z, que fue quatro días del mes de otubre de la era de mill e trezientos e quatro annos (=1266), afirmación que llevó a creer que esa fecha era la de su redacción.
Algunos documentos demuestran, no obstante, que el reparto de casas en Jerez no se llevó a cabo ni desde 1264 ni desde 1266, y que debió de iniciarse poco después de su conquista en octubre de 1267 prolongándose, al menos, hasta 1271, como hemos señalado más arriba. De este modo, tanto la fecha del privilegio de 13 de noviembre de 1267, por el que se concede a los Dominicos tierras y heredades en las afueras de la ciudad para fazer su monasterio, como la partida 80 del Libro del Repartimiento, en la que el rey manda dar a los frailes predicadores la teja, la piedra y la madera de las viviendas que se derrumban para habilitar el solar del cementerio de San Salvador, demuestran que la construcción del edificio dominico y la redacción del propio Libro del Repartimiento urbano son posteriores a octubre de 1266. La referida concesión que, en lunes 29 de octubre de 1268, Alfonso X hizo a los cuarenta caballeros hijosdalgo que aparecían en el privilegio de 6 de noviembre de 1267 defendiendo las puertas de la ciudad confirma igualmente que el reparto jerezano aún no se había finalizado en 1268. Por otra parte, que el 18 de abril de 1269, en Jaén, Alfonso X concediera a Jerez un barrio de francos que se menciona en el Libro del Repartimiento con sus casas y beneficiarios, nos lleva a afirmar que este otorgamiento antecede también a la fecha de conclusión de las particiones. Asimismo, sabemos por otro documento del miércoles 14 de agosto de 1269, expedido en Toledo, que Alfonso X otorgó a la Orden de Calatrava casas en la collación de San Mateos y tierras en Jerez. La Orden de Alcántara, mencionada en el mismo documento, aparece igualmente como beneficiaria de posesiones y huertas en Jerez. Por último, el lunes 14 de septiembre de 1271, el rey Alfonso X donó, mediante una carta, a su notario y arcediano de Toledo, el maestre Gonzalo Pérez, casas en la collación de San Salvador de Jerez, una huerta junto al muro de la ciudad, cinco aranzadas de viña en la alquería de Barbaina, y seis aranzadas de tierra para majuelo y cinco yugadas de heredad para pan en la aldea de Ducha. El texto, inédito hasta hace unos años, y que menciona a otros beneficiarios como linderos de las posesiones de Gonzalo Pérez, es una muestra más de que el repartimiento seguía elaborándose en 1271.
(Archivo de la Catedral de Toledo, I.9.C.1.3)
Parece indudable que la fecha de 4 de octubre de 1266 que aparece en el encabezamiento del traslado del Libro del Repartimiento de 1338, se refiere a la de la conquista de Jerez, aunque equivocando el año. Es por ello que, al hilo de este asunto, cobre mayor interés el Memorial de los hechos de armas de los caballeros jerezanos contra los musulmanes escrito por Juan Román de Cuenca en 1484 a petición del cabildo de Jerez de la Frontera, en el que leemos que el rey don Alfonso, décimo deste nonbre, que se llamó el Sabio, ganó a esta çibdad de Xerez […] día de Sant Dionis, año del nasçimiento de Nuestro Señor Jhesucripto de mill e dozientos e sesenta e syete años. Aunque este texto, dado a conocer por el profesor Juan Abellán Pérez hace unos años, presenta errores cronológicos en la narración de la toma de Jerez por los cristianos, es el único de época medieval que recoge con exactitud la fecha de aquel acontecimiento, acaecido varios meses después de la firma del Pacto de Alcalá de Benzaide (Qalʽat Ibn Saʽīd, actual Alcalá la Real, Jaén) en el verano de 1267, que puso fin a la guerra de tres años que habían mantenido los reinos de Castilla y Granada desde el estallido de la llamada "revuelta mudéjar" en la primavera de 1264, como hemos tratado de demostrar en trabajos recientes.
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*Aunque el libro del repartimiento urbano de Jerez despertó desde muy temprano el interés de la historiografía local (en la que destacamos a Juan de Espínola, Fragmentos, fols. 3r.-5v.; Esteban Rallón, Historia, I, pp. 275-278; Joseph Ángelo Dávila, Historia, pp. 25-79; o Bartolomé Gutiérrez, Historia, II, pp. 35-107), la primera monografía científica la encontramos en la obra de Sancho de Sopranis, quien le dedica todo un capítulo de su Historia, I, 1964, pp. 35-71. Este estudio sirvió de partida a los profesores González Jiménez y González Gómez para su introducción a la edición del repartimiento urbano jerezano, 1980, pp. XXII y ss., hasta el momento el mejor análisis de este libro.
(Texto extraído del artículo de BORREGO SOTO, Miguel Ángel (2023): "Nuevos datos sobre el repartimiento rústico de Jerez a partir de varios manuscritos inéditos", en Revista de Historia de Jerez, nº 26, pp. 261-315)