sábado, 31 de diciembre de 2022

Una qubba a orillas del Guadalete

Según algunos textos (vid. M. Aragón Huerta, BA, 3, pp. 168-172), el famoso sabio ‛Abbās b. Firnās de Ronda (n. 887) fue contemporáneo del cantante iraquí Ziryāb y algunos miembros de su familia, con los que coincidió en diversas ocasiones. Cuenta Elías Terés (“‛Abbās ibn Firnās”, AA, 25, 1960, pp. 247-248) que, en las postrimerías del reinado de ‛Abd al-Raḥmān II, el gobernador de Sidonia por aquellos años, el noble y rico Maḥmūd b. Abī Ŷamīl, mandó construir, a orillas del Guadalete (Wādī Lakka) un pabellón (qubba) adornado con finas pieles y lujosas alfombras, en el que gastó la elevada suma de 500 dinares.

Cuando terminó de erigirlo, preparó un festín al que invitó a los nobles de la cora. Llegaron los invitados, entre los cuales se encontraba un hijo del cantor Ziryāb, y cuando terminaron de comer pasaron al salón de recepciones. Entonces se presentó ‛Abbās b. Firnās, que venía a saludar a Maḥmūd, quien salió a recibirlo, lo abrazó y todos se regocijaron con su llegada. Le sirvieron comida y pasó con todos al salón, donde el hijo de Ziryāb comenzó a cantar:

Cuando no me conmueven las mujeres de la caravana
me emocionan las palomas, arrullándose en los campos.
Con sus arrullos hacen llorar al enamorado,
porque son plañideras, aunque no viertan lágrimas.

Todos los presentes, admirados, hicieron repetir la canción al hijo de Ziryāb, y cuando éste acabó, ‛Abbās b. Firnās tomó en sus manos el laúd y los volvió a cantar, rematándolos con otros dos versos que improvisó en alabanza de su anfitrión, Maḥmūd, gobernador de Sidonia, y que decían así: 

En Maḥmūd he fortalecido mi mano, que estaba desamparada
en una época estéril para la esperanza.
Para la generosidad y la gloria ha construido una qubba
ante la cual los hombres más generosos quedan prosternados.

Al escucharlo, Maḥmūd le dijo a ‛Abbās b. Firnās: ¡Oh Abū l-Qāsim! La cosa más preciosa que me ha proporcionado mi dinero es esta qubba. Yo te la regalo, y también esta vestidura que llevo puesta. Pasaremos pues, el día de hoy, bajo tu hospitalidad en esta qubba. Inmediatamente, pidió otro vestido, entregó a ‛Abbās el que llevaba puesto y continuó así la fiesta. 

En el momento de la despedida, uno de los invitados al banquete, ‛Abd al-Malik b. Ŷahwar, le dijo a ‛Abbās b. Firnās: Abū l-Qāsim, esta qubba no va a servirte a ti para nada, y no tendrás más remedio que venderla; si quieres, yo te la compro por 500 dinares. E Ibn Firnās le respondió: ¡Tuya es!

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