La guerra debió de iniciarse, como afirma Ballesteros Beretta, entre abril y junio de 1264[1]. Los mudéjares, con el apoyo de tropas nazaríes y meriníes, iban a ser el detonante de la misma, desde Jerez hasta Murcia, focos principales del levantamiento. La Crónica de Alfonso X confirma que los moros del regno de Murçia e de todos los otros lugares que el rey avía ganado ouieron fabla de consuno e enbiaron sus mandaderos a Abén Alhamar e pusieron postura que en vn día se alçasen todos al rey don Alfonso et en aquel día començase el rey de Granada la más fuerte guerra que pudiese fazer, e cada vnos de los otros eso mesmo[2]. El Libro de los hechos coincide también en que el rey de Granada había convenido con todos los castillos y las villas que tenía el rey de Castilla donde hubiera moros, incluido Sevilla, donde había un gran número, que en un día determinado se levantasen todos y atacasen a los cristianos, que el rey de Castilla y su mujer fueran hechos prisioneros y se recobrasen de golpe todas las villas y castillos. En la capital hispalense, sin embargo, el plan de apresar y asesinar al rey Alfonso X y su familia fue descubierto y abortado. Por el contrario, en Jerez y las poblaciones de su entorno, el levantamiento se saldó con un rotundo éxito. Es de nuevo el Libro de los hechos el que confirma este extremo, afirmando que, si no le hubiesen descubierto al rey de Castilla el complot de Sevilla, habrían podido perder la vida él, la mujer y los hijos. Pero, aunque se salvó Sevilla, es decir, no se levantaron ahí los sarracenos, aun habiendo una gran multitud dentro, en tres semanas perdió el rey de Castilla trescientos lugares, entre ciudades, villas grandes y castillos[3].
Si bien la Crónica del rey Sabio, que sitúa erróneamente este acontecimiento en 1262, da una versión casi legendaria y heroica de la defensa y pérdida de la fortaleza jerezana por parte de los cristianos, los hechos debieron de parecerse más a lo narrado por la cantiga 345. Según este texto, don Nuño González de Lara, poseedor del alcázar jerezano desde 1261, incapaz de soportar el asedio que sufría, pidió ayuda al rey, que no dudó en enviársela desde Sevilla. Una vez llegada la caballería de socorro, don Nuño les advirtió de que, a pesar del auxilio recibido, la defensa del alcázar jerezano era imposible y no quería morir allí, por lo que huyó de la ciudad cediéndoles la plaza. Los de la hueste, atemorizados, decidieron asimismo marcharse y dejar en el castillo poucos omes; e leixaron / maos e tan mal aguisados, e assi o aguisaron / que ante de meyo día / s'ouv' o castel a perder. En efecto, con la llegada del ejército nazarí, comandado por el poderoso arráez Abū Isḥāq Ibrāhīm b. Išqalyūla, y la ayuda de los voluntarios magrebíes, dirigidos en el caso de Jerez por ʽĀmir b. Idrīs b. ʽAbd al-Ḥaqq, de los Banū Marīn, la fortaleza de Jerez era finalmente recuperada para el islam el viernes 13 de šawwāl de 662 (=8 agosto 1264), tras casi tres años en manos cristianas y varias semanas de incesante asedio que, según Gonzalo de la Hinojosa, incluyeron la construcción de túneles, probablemente para derribar sus muros y acceder a ella y conquistarla[6].
Las luchas entre musulmanes y cristianos en el prolongado asalto al alcázar de Jerez causaron un gran estrago. En una carta enviada por Ibn Jaṭṭāb a Muḥammad I, felicitándolo por el éxito del levantamiento en esta ciudad y en Murcia, se afirma que la resistencia castellana de la fortaleza jerezana fue sofocada mediante matanzas y apresamientos[7]. La Crónica de Alfonso X trata de solapar, sin embargo, la sangrienta y, a la vez, humillante derrota cristiana con una visión épica de la misma, focalizada en el valeroso comportamiento de Garci Gómez Carrillo, caballero que había sido abandonado a su suerte por Nuño González de Lara, y quien con otros çinco o seys escuderos que estauan con él se refugió en la torre mayor del alcáçar después de que todos los otros christianos fueron muertos. E los moros fueron a la torre que tenía Garci Gómez et tan afincadamente le conbatieron que quemaron las puertas e mataron los omnes que estauan con él en la torre, et él defendía la puerta quanto podía para que gela non entrasen. E non lo queriendo matar por la gran bondat que en él auía, troxieron garfios de fierro en algunos lugares de la carne e él dexáuase rasgar por non se dar a prisión. Pero tanto fizieron los moros, que lo tomaron con aquellos garfios preso a vida e apoderáronse del alcáçar e fueron los moros apoderados en todo[8].
A pesar de su marcado cariz legendario, estos episodios nos ayudan a corroborar tanto lo dicho por Ibn Jaṭṭāb en su misiva a Muḥammad I acerca de la violencia y crueldad con la que se emplearon las fuerzas musulmanas en el alzamiento de Jerez, como también la medrosa actitud de Nuño Gonzalo de Lara y la del propio Garci Gómez Carrillo, que en la Crónica de Gonzalo de la Hinojosa se nos muestra, asimismo, preso del pánico y huyendo de la ciudad (se acogió a uña de caballo con otros seis) tras la entrada de los musulmanes en el alcázar de Jerez[10].
La cobardía de la guarnición jerezana, cuya consecuencia inmediata fue la humillante pérdida de la ciudad por parte de los castellanos, se advierte en otro fragmento de la Crónica de Alfonso X en el que se reprocha a Nuño González de Lara que siguiera recibiendo del rey las sus rentas tanto como valían las rentas de Xerez al tiempo que la vos teníedes; e non vos acalonnando si vos vino mengua en la pérdida de Xerez, mas aviendo voluntad de vos facer merced, dióvos por heredad la villa de Torre de Lobatón con sus aldeas, e heredóvos en la frontera e en otros logares do gelos vos pediste[11]. Efectivamente, a pesar de la grave deslealtad, Alfonso X continuó favoreciendo a don Nuño, quizás por su vieja amistad, o por los muchos servicios que seguía prestando a la corona, entre ellos la posterior recuperación de la ciudad de Écija, o el socorro al comendador de Calatrava en Matrera, durante la misma revuelta de los mudéjares[12].
(Extraído de BORREGO SOTO, M. Á. (2016). La revuelta mudéjar y la conquista cristiana de Jerez (1261-1267). Peripecias Libros, Jerez de la Frontera)
Notas:
[1] A. Ballesteros Beretta, 1963, pp. 369-370.
[2] CAX, cap. X, p. 30.
[3] Libro de los Hechos, cap. 378, p. 415.
[4] J. Montoya Martínez, 1983, pp. 1998-205; CAX, cap. X, p. 31.
[5] Ibn ʽIḏārī, Bayān, pp. 424 y 432; trad. A. Huici Miranda, II, pp. 275 y 288.
[6] Al-Ḏajīra al-sanīya, ed. Bencheneb, pp. 112; ed. Rabat, pp. 100-101; Ibn ʽIḏārī, Bayān, pp. 424 y 432; trad. A. Huici Miranda, II, pp. 275 y 288; Gonzalo de la Hinojosa, Crónica, mss. 176 r., ed. p. 13. La cantiga 345 de Alfonso X también cuenta entre los versos 16 y 19, que el rey Sabio dous anos avia, ou ben tres, que gaannara / Xerez e que o castelo de chrischâos ben pobrara ; / pero a vila dos mouros como y estava leixara, / e avêo que por esto a ouvera pois a perder. Cf. Montoya Martínez, J. 1983, pp. 173-205. Sobre los tipos de asedio y tácticas militares en los siglos XIII entre Castilla y al-Andalus, vid. F. García Fitz, 2005, especialmente pp. 215-277.
[7] H. El-Ghailani, Estudio y edición del Faṣl al-jiṭāb, p. 243. Vid. tb. B. Boloix Gallardo, 2004.
[8] CAX, cap. X, p. 31.
[9] E. Rallón, Historia, I, p. 269.
[10] Gonzalo de la Hinojosa, Crónica, mss. 176 r., ed. p. 13.
[11] CAX, cap. XXX, pp. 100-101.
[12] Vid. a este respecto, J. Mª. Gutiérrez López, V. Martínez Enamorado, C. Reinoso del Río y L. Iglesias García, 2015, pp. 61-65.
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