domingo, 30 de octubre de 2022

Abū Mūsà al-Ḏuŷŷī al-Šarīšī, poeta de Ducha

Abū Mūsà ʽĪsà b. ʽAbd Allāh al-Lajmī al-Ḏuŷŷī al-Šarīšī fue un poeta y maestro jerezano natural de Ḏuŷŷa, alquería que al-Ruʽaynī (Barnāmaŷ, 212, nº 112) sitúa en el distrito de Jerez y que se corresponde con el actual Cortijo de Ducha, a unos cuatro kilómetros al norte de la ciudad, en las cercanías del aeropuerto. Debió de nacer hacia la segunda mitad del siglo XII. 

Pago de Ducha. Mapa de los viñedos del marco de Jerez (1897)

El propio Al-Ruʽaynī nos dice que se lo encontró en diversas ciudades, entre ellas Sevilla y Jerez, donde frecuentaba diferentes tertulias literarias. Concretamente, en el año 1218-9, era cadí de Šallabar, población de la jurisdicción de Jerez, entre ésta y Morón. Según Ibn ʽAskar (Ikmāl, 327-8), se estableció también en Málaga, de la que luego partió, sin que sepamos las fechas. Afirma Ibn al-Abbār (Tuḥfa, 248, nº 109) que aún estaba vivo en el momento de redactar su semblanza, lo que nos indica que debió de fallecer a mediados del siglo XIII.

De sus posibles maestros, el único nombre que nos ha llegado es el de Abū Isḥāq al-Zawālī, citado por Ibn ʽAbd al-Malik (Ḏayl, V, 497-8, nº 910) en la biografía de nuestro personaje. En cuanto a sus discípulos, sólo se da noticia de Abū l-Qāsim ʽAbd al-Karīm  b. ʽImrān y de Abū l-Ḥasan al-Ruʽaynī.

Se conservan fragmentos de varias de sus casidas, la mayoría descriptivas, aunque al-Ruʽaynī afirma que sus versos adoptaban forma de zéjel, estrofa que, al parecer, dominaba. Conocemos también dos interesantes episodios protagonizados por este personaje. El primero de ellos nos lo acerca Ibn al-Abbār, de nuevo en la Tuḥfa, y en él relata que al-Duŷŷī fue azotado por orden del cadí de su ciudad debido a la perfidia de su lengua y a su codicia por los bienes ajenos. Al parecer, gustaba de recitar versos malsonantes y obscenos.


La segunda anécdota, más extensa, la encontramos en los Ikmāl de Ibn ʽAskar e Ibn Jamīs, en los términos siguientes:


Mi tío materno –Dios lo tenga en su gloria– me refirió lo que sigue:

Me contó Abū Mūsà al-Ḏuŷŷī: Oí un día un poema de estilo jafaŷī en el que un verso acerca de un caballo decía:

La mano de la naturaleza lo forjó a hierro y fuego,
utilizando para ello oro y plata.

El verso me gustó y lo repetí en mi mente al tiempo que estudiaba un asunto sobre la ciencia de los uṣūl al-dīn (fundamentos de la religión). Aquella noche me fui a la cama y vi en sueños a un hombre a quien tomé por uno de los cuatro Califas [Ortodoxos] –Dios les conceda su don–. Mis conjeturas se vieron pronto confirmadas, pues aquel hombre era ʽAlī b. Abī Ṭālib –Dios lo premie–. Me acerqué a él y me apresuré a saludarlo, pero me hizo un desaire que me amedrentó un tanto, por lo que me presenté y me dirigí a él con palabras corteses, y fue entonces cuando me respondió:

- ¿Cómo se te ha ocurrido recitar “la mano de la naturaleza lo forjó a hierro y fuego” mientras estudiabas los uṣūl?

Y le respondí:

- ¡Oh Príncipe de los Creyentes!, porque el poeta lo transmitió de esta forma.

Y me replicó:

- ¡Ah! ¿Y tú te consideras poeta? ¿Acaso no es más correcto decir “la mano del Omnipotente lo forjó con su poder”?

Y le dije:

- Por Dios que este verso está mejor ahora, pues en él aparece un taŷnīs (paronomasia) sobre el Creador, y eso es de buen estilo.

Y me contestó:

- ¡Bien dicho! No lo recites, si no es de esta manera. Y entonces, me desperté.

En cuanto a sus casidas, Ibn al-Abbār escoge, entre otros, este fragmento (metro basīṭ, rima -ab):

 

Me dijeron: ¿Bebes después que ya tienes canas?
–Es por una extraordinaria circunstancia
–respondí– [que se da] en el hijo de la uva (=vino).
–Pues los años me han movido los dientes
y yo me bebo el vino, como buen parroquiano, para que [con él] se fortalezca el oro que ya se ha fundido.



BORREGO SOTO, Miguel Ángel. 2012. AL-DUŶŶĪ, ABŪ MŪSÀ. Biblioteca de al-Andalus, vol. 1, Jorge Lirola Delgado y José Miguel Puerta Víl-chez (dirs.), Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes, Almería, págs. 336-337.

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